Hola.
¿Cómo estás?
Hace tiempo que te
tengo abandonado en pensamientos, pero a veces es más fácil no buscar en los
retoños, aunque ellos siempre se ingenian para aparecer en lo cotidiano, aunque
no encontremos explicación consciente. Escribir se me ha hecho dificultoso
porque a veces la vida termina absorbiendo momentos en que uno puede consultar
con uno mismo. Me molesta no poder conectarme conmigo, es una práctica que todo
humano debería hacer. Ojalá viviera todos los días como si fuera el último,
pero viejo, no puedo. Entonces vuelvo a lo cotidiano que es lo que a ti no te
gustaba y que yo termine heredando; la misma insatisfacción.
Es extraño escribir
algo que nunca vas a leer, pero vos hacías lo mismo en ese cuaderno que siempre
quise saber que escribías, sospecho que era poesía, no podría ser otra cosa.
No puedo mentirme, te
he superado en algunos aspectos, pero bien sabes que en otros no. A veces quisiera
volver al inicio, pero en esta perdidas y ausencias, también gane muchas cosas.
Sigo siendo malo para muchas cosas, pero juro que trato de modificarlas día a día.
Hay otras que parece que soy bueno según dicen y me llena de alegría el alma.
En estas perdidas y
ausencias me encontré con una profesión que me ayudo a entenderte, a aceptarte,
pero no a justificarte.
Aquí un año más …
cada vez más lejos, pero feliz a mi manera.
Ojalá seas eterno
en mi memoria.
Tu hijo.